Poesía transoceánica
Libero mantiene una línea poética feminista, en la que poema y paisaje se fusionan, traspasando así cuerpo y memoria.
Algunas autoras de Libero...
Alumbrar-se en el lenguaje. Tocar el fondo cristalino de este gran útero universal, que es dios, que es madre, que es palabra: animal de luz. Victoria Vaccaro García se sumerge en ese líquido amniótico que es lenguaje y materia, origen orgánico y madre lengua para nacer una y otra vez. ¿No es eso la escritura? ¿Volver a esa forma no nacida? ¿Regocijarse en el balbuceo como forma única de verdad?
Natalia García Freire, sobre Árbol ginecológico
Pueblo yo es un tejido poético con imágenes conmovedoras, desnudas, palpitantes, que nos hace volver la mirada hacia lo telúrico de nuestro diseño mental y corporal. Un libro que a veces tiene el ritmo delirante y escénico del flujo de consciencia, a veces la hondura psicológica del monólogo interior. Es poesía que va directa a los sentidos por su musicalidad y desbocada aproximación a lo indecible.
Mónica Ojeda, sobre Pueblo yo
Pasión silenciosa es un poemario donde los restos de un amor perdido nos llevan al descubrimiento del propio cuerpo, del amor más antiguo y olvidado: el amor por una misma. No es este un amor ególatra ni superficial: el yo se descubre en la relación con el otro, ya se trate de la naturaleza o de los otros cuerpos, en un intercambio de deseos, sueños y secretos nunca antes confesados.
Emily Roberts, sobre Pasión silenciosa
Este libro es un cuerpo atravesado por diferentes flechas Andrea Sofía Crespo Madrid —«ayes» de un destierro inminente—. El impacto de cada uno de sus golpes genera huecos por donde entra la luz, en los que brota un fuego, pero donde también gotea la sangre y perfora la tierra, al modo de las grandes poéticas del dolor latinoamericanas.
Félix Moyano, sobre Ayes del destierro